Superior a mí
es la fuerza que me lleva
en el pulso que mantengo
con la oscuridad que tiñen
de oscuro tus ojos negros.
Y qué me cuentas del tiempo
que pasa en su pestañeo
y que me trae por esta calle
de amargura y de lamento.
Que yo sé que la sonrisa
que se dibuja en mi cara
tiene que ver con la brisa
que abanica tu mirada.
Tan despacio y tan deprisa
tan normal y tan extraña.
Yo me parto la camisa
como Camarón.
Tú me rompes las entrañas,
me trepas como una araña.
Bebes del sudor que empaña
el cristal de mi habitación,
y después por la mañana
despierto y no tengo alas.
Llevo diez horas durmiendo
y mi almohada está empapada.
Todo había sido un sueño
muy real y muy profundo.
Tus ojos no tienen dueño
porque no son de este mundo.
Que no te quiero mirar,
pero es que cierro los ojos
y hasta te veo por dentro,
te veo en un lado y en otro,
en cada foto, en cada espejo.
Y en las paredes del metro,
y en los ojos de la gente,
hasta en la sopa más caliente,
loco yo me estoy volviendo.
Que yo sé que la sonrisa
que se dibuja en mi cara
tiene que ver con la brisa
que abanica tu mirada.
Tan despacio y tan deprisa
tan normal y tan extraña.
Yo me parto la camisa
como Camarón.
Tú me rompes las entrañas,
me trepas como una araña,
bebes del sudor que empaña
el cristal de mi habitación,
y después por la mañana
despierto y no tengo alas.
Llevo diez horas durmiendo
y mi almohada está empapada.
Todo había sido un sueño
muy real y muy profundo.
Tus ojos no tienen dueño
porque no son de este mundo.
Y a veces me confundo
y pico a tu vecina,
esa del segundo
que vende cosa fina.
Y a veces te espero
en el bar de la esquina
con la mirada fija
en tu portería.
Y a veces me como
de un bocao el mundo.
Y a veces te siento
y a veces te tumbo.
A veces te leo
un beso en los labios
y como yo no me atrevo
me corto y me abro.
Que yo sé que la sonrisa
que se dibuja en mi cara
tiene que ver con la brisa
que abanica tu mirada.
Tan despacio y tan deprisa
tan normal y tan extraña.
Yo me parto la camisa
como Camarón.
Tú me rompes las entrañas,
me trepas como una araña,
bebes del sudor que empaña
el cristal de mi habitación,
y después por la mañana
despierto y no tengo alas.
Llevo diez horas durmiendo
y mi almohada está empapada.
Todo había sido un sueño
muy real y muy profundo.
Tus ojos no tienen dueño
porque no son de este mundo.
Estopa
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